domingo, 10 de junio de 2007

Jueves 31 de Mayo de 2007, 1000 millas nos separan de Ciudad El Cabo




Estamos navegando a buena velocidad porque la mar está en calma. Durante el día la ligera brisa forma unos rizos en el agua, pero al atardecer la brisa cae y el océano queda como una balsa de aceite. Llevamos con este buen tiempo 5 días y por el momento va a continuar así. Quizás el día 2 de junio tenemos mar de través provocada por una borrasca situada al sudoeste del Cabo, y para prevenir estamos trincando todo bien, lo que se dice poniendo el barco a son de mar.

Hoy hemos cruzado el meridiano cero o meridiano de Greenwich, con lo cual hemos cambiado del hemisferio occidental al oriental, a partir de ahora iremos ganando longitud este.

Desde que partimos de Colombia hemos ido adelantando los relojes una hora cada 2 o 3 días. Cartagena se encuentra, tomando como referencia el meridiano cero, en la franja horaria de 5 horas menos, Aruba en la de 4 y Sudáfrica en la misma que España, es decir, 2 horas +. De modo que nos comemos 7 horas, y se nota porque no le dejas acostumbrarse al cuerpo. No es como cuando se cambia la hora en casa, que es 2 veces al año. Cambiar de hora con esta frecuencia te acaba afectando y se nota que vas acumulando más cansancio del habitual, así que los sábados y los domingos nos pegamos unas siestas impresionantes. Debe ser terrible viajar en esos portacontenedores o gaseros tan rápidos que hacen rutas transoceánicas y cambian la hora cada día!

Con tantos días navegando sin tráfico y con buen tiempo la guardia de puente es... bueno, aquí cada oficial de puente le da un nombre: el otro 3º la llama guardia balneario, el 2º la llama la guardia de la desidia, pero le viene muy bien esa tranquilidad para poder corregir cartas y publicaciones y preparar rutas. Para mí la guardia de la mañana es más entretenida porque la gente está trabajando en los tanques y suelen llamar al puente para que les ponga baldeo, apuntar quién entra y sale, aprovecho para corregir libros y se pasa bastante rápido.

Pero a la noche es totalmente diferente, no ves a nadie, todo está a oscuras, de vez en cuando sube algún despistado a llamar por el teléfono satélite, o el maquinista de guardia para tomar un café. Así que la paso escuchando buena música, paseando de lado a lado del puente, haciendo cálculos astronómicos y reconociendo estrellas y constelaciones, que ahora en el hemisferio sur muchas son desconocidas para mí. Estos días de calma es una pasada ver la luna llena reflejada en el mar tranquilo, con las ondas que se forman al cortar la proa el agua.

Echo en falta el chocolate! En la ruta normal del barco íbamos con frecuencia a algún puerto de eeuu y allí bajábamos al super y comprábamos chorraditas de ésas. Parecerá una tontería pero se echa de menos, sobre todo para la guardia de la noche, ahora que está empezando a refrescar, porque aquí estamos a finales de otoño, para entrar en invierno, y se agradece un poco de chocolate.

Por otra parte los días se me están pasando bastante rápido. Hay un grupo de gente muy simpática y navegando siempre se está más cómodo que en puerto, aunque pueda parecer que es peor que una cárcel, siempre las mismas caras, sin recibir visitas, el mal tiempo nos afecta, comunicarnos con nuestros seres queridos es costoso, a veces salen chollos que bien podrían ser trabajos forzados. Podríamos fugarnos, no hay barrotes, sólo agua, mucha agua.

Pero me gusta, es la primera vez que repito barco y ya le voy conociendo, no resulta tan extraño como al principio. Además estoy más centrado con los trabajos a bordo que la campaña pasada, que estuve más distraído. Lo que más me gusta de este trabajo es que hay que ser observador, previsor, adelantarte a los acontecimientos, verlos venir.

Hay cantidad de imprevistos, pero hay que procurar que no te sorprendan y tener recursos para salvar la situación. La variedad de panoramas en los que te puedes encontrar. Navegando con un mar en calma y sin tráfico o en un buen lío de barcos. Mala visibilidad, chubascos, rachas de viento, corrientes. Fondeados varios días esperando entrar a puerto, recorriendo con los prismáticos la línea de costa en la que nos imaginamos que bien podríamos estar caminando por ella. Teniendo que virar el ancla porque empeoró el tiempo y no es capaz de sujetar al barco y comenzamos a garrear hacia las rocas. Maniobras de llegada a puerto. Operaciones de carga, descarga, lastrado, deslastrado. Mano a mano con la tripulación moviendo cajas o recibiendo provisión. Manejando grúas, maquinillas. Ayudando al bombero a colocar tubos, válvulas o lo que sea. Haciendo inventarios, pedidos, trabajos de mantenimiento, simulacros.... hay tiempo para todo. Es una profesión bonita ésta de marino mercante. Lástima que haya degenerado tanto.

Ojalá que cuando lleguemos a Cape Town haya ocasión de salir. Siempre gusta conocer un lugar nuevo. Además, como estamos restringidos por el calado, tenemos que entrar y salir de puerto con las mareas altas, de modo que como las operaciones de provisión y búnker se retrasen un poco y perdamos la marea tenemos que esperar un buen rato, son más de 12 horas entre una plea y la siguiente. Además, por lo que se ve en las cartas y libros náuticos es un puerto bien chulo, cerca de la ciudad y con unas montañas altas bien cerca.

Sin más novedad, hasta la siguiente comunicación en la que os contaré que tal por Cape Town.

Jon.

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